jueves

Combi.

Estoy en el carro yendo al colegio...

Opción 1: ...me siento en algún lugar que tenga ventana y se pueda abrir, siento el frío y húmedo aire de las mañanas de Lima. Observo las calles detenidamente, como si no las conociera, a pesar de que hace 4 a
ños paso por el mismo lugar. Observo cada detalle, a cada persona, cada luz roja. Veo como el carro para en un NO paradero, escucho a alguien gritar "avanza oe" más el sonido que produce al golpear el carro, siento el olor de alguna persona que no conoce el verbo bañarse (y menos la acción), escucho el típico "Todo Arequipa, Larco, Schell. Sube, sube. VAAAMOS".

Opción 2: ...casi no hay espacio, las personas me aplastan. El cobrador me pide que avance a no sé dónde, pero que avance, le digo que no puedo porque no hay espacio y se molesta. Me pide pasaje, no puedo sacarlo de mi mochila, pues no puedo moverme ni medio centimetro a causa de todas las personas que están a mi alrededor. Le digo que espere. Trata de ir hacia atrás para seguir cobrando y al intentarlo, me aplasta aún más.

Opción 3: ...por fin, después de haberlo esperad
o más de veinte minutos. Tiene que ir rápido sino será una tardanza más para mi agenda. Todo iba bien, hasta que el chofer del carro de al lado le dice al cobrador (del carro en que voy yo) que la llanta está baja. Avanza 5 cuadras más, nos bajan a todos del carro, me devuelven un sol, aunque pagué un sol cincuenta (porque el desgraciado me dio un boleto que decía un sol), me cag* de frío en la mañana, y a seguir esperando un carro medio vacío. Llego tarde.

Estoy en el carro, regresando a mi casa...

Opción 1: ... lo esperé media hora sentada en el Británico con Brigitte, no está ta
n lleno como normalmente lo estaría. Me siento a la izquierda, y como nunca, el sol sale y me da en toda la cara, me comienza a doler la cabeza. Abro la ventana, me ocultó del sol tapandome los ojos con la mano, estoy incómoda. Derrepente el cálido clima me da sueño y me duermo. El tráfico de Tacna y los claxon me despiertan, gracias al cielo porque faltaba poco para pasarme de mi paradero.

Opción 2: ...no hay asientos cuando me subo, pero a los pocos minutos se baja una persona de los asientos traseros, pido permiso y paso. La combi se va llenando más y más, ya no hay espacio para otra persona, sin embargo el cobrador hace malabares para subir 3 personas más, así él ponga en
riesgo su vida al exponer más de la mitad de su cuerpo fuera del carro. Llego a mi paradero y no puedo avanzar por toda la gente. A penas me paro del asiento, 3 personas se ponen delante mío para poder sentarse y me impiden más el paso. Tengo que empujar, golpear y otras cosas para poder llegar a la puerta y bajar.

Opción 3: ...estoy cansadísima, ha sido un día muy pesado. Gracias al cielo hay un asiento vacío, el de mi preferencia (segundo as
iento de la derecha), abro la ventana y trato de relajarme un poco. Sube una anciana, embarazada o discapacitado, ruego porque el cobrador le exija a las personas que están en el asiento reservado que se paren para que la anciana, embarazada o discapacitado pueda sentarse; pero como pido mucho, no lo hace. Entonces yo, como soy joven y tengo "principios" estoy obligada a sederle el asiento a la anciana, embarazada o discapacitado. Y para j*derme más el día, nadie se ofrece a cargar mi mochila.

PD: Aún con todos sus defectos, no sé que sería de mí y del Perú sin el incómodo e irritante transporte de las combis ♥.



4 comentarios:

·Eu· dijo...

como todo medio de tranporte público, es una relación de amor-odio.

Mrah. dijo...

Como todo, exacto :)

Ian Moone. dijo...

Hahahaha, son geniales en otoño, con el asiento de la llanta vacío en solitario, una ventana abierta y los típicos cancheros afuera.

Y con un café, obvio

Mrah. dijo...

Starbucks :)